El auge de los biocombustibles está dejando al mundo sin aceite de cocina
La demanda es tan alta que los productores buscan un residuo del procesamiento del aceite de palma como materia prima para biocombustibles. Las altas ambiciones experimentan desafíos como la invasión rusa a Ucrania, la sequía en uno de los mayores exportadores mundiales o las restricciones de pesticidas en Europa.
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El auge mundial de los biocombustibles provocará una escasez de aceites vegetales, los cuales se utilizan para cocinar y ahora cada vez más para impulsar camiones y aviones, lo que intensificará el debate sobre alimentos versus combustible.
Desde Estados Unidos hasta Brasil e Indonesia, los Gobiernos apuestan por la energía producida a partir de plantas, como la soja o la canola, o incluso la grasa animal, con el objetivo de eliminar gradualmente el uso de combustibles fósiles y reducir las emisiones. Esto ha creado oportunidades para los aceites vegetales, especialmente el de palma, un ingrediente omnipresente pero controvertido que se encuentra en productos como la masa de pizza, los fideos instantáneos, el chocolate y el champú.
La demanda es tan alta que los productores buscan aceite de cocina usado y lodos, un residuo del procesamiento del aceite de palma, como materia prima para biocombustibles.
Estas elevadas ambiciones pueden enfrentar desafíos. La guerra y el clima extremo están limitando el suministro de aceite vegetal. Una grave sequía ha devastado la producción en Argentina, el mayor exportador de aceite de soja. En Europa, las restricciones al uso de pesticidas tóxicos para las abejas frenarán la siembra de colza que depende de los polinizadores, mientras que la invasión rusa a Ucrania reducirá drásticamente las exportaciones de aceite de girasol.
Según Thomas Mielke, director ejecutivo de Oil World, con sede en Hamburgo, se prevé una desaceleración del crecimiento de la producción de aceites vegetales, por lo que los biocombustibles podrían provocar un déficit en el mercado mundial en el segundo semestre del año.
Los biocombustibles representan una gran parte del mercado de aceite vegetal, pero solo una fracción de la demanda de energía, dijo Mielke. Le preocupa que los objetivos combinados de biocombustibles excedan lo que el mercado mundial de aceites y grasas puede satisfacer.
EEUU, Europa, Brasil e Indonesia son responsables de la mayor parte del crecimiento del consumo de biodiésel, diésel renovable y biojet. EEUU utiliza una mezcla de materias primas como aceite de soja, aceite de colza, aceite de cocina usado y grasas animales. Europa produce a partir de desechos, residuos y aceite de colza. Indonesia utiliza principalmente aceite de palma para producir biodiésel, mientras que Brasil usa aceite de soja.
Se espera que esta tendencia beneficie al aceite de palma, un producto que ha sido objeto de escrutinio en los últimos años entre informes de deforestación y trabajo forzado. James Fry, presidente de la consultora agrícola LMC International Ltd., con sede en Oxford, afirma que el uso de semillas oleaginosas y aceites vegetales rivales en los biocombustibles hará que parte de la demanda se traslade a la palma.
Mercado bajo amenaza
Pero es posible que el mercado del aceite de palma no pueda seguir el ritmo. La producción de Indonesia y Malasia, que juntas representan el 85% de la oferta mundial, se está estancando debido a la lenta replantación de árboles viejos e improductivos, a la irregularidad del tiempo y a que los frenos a la deforestación limitan la expansión de los bancos de tierras.
Las amenazas al suministro, sobre todo las derivadas del cambio climático, harán subir los precios agrícolas y frenarán los esfuerzos mundiales por convertir los alimentos en combustible, afirma Dorab Mistry, un influyente comerciante que lleva cuatro décadas trabajando en el sector.
La Agencia Internacional de Energía ha advertido de que la creciente demanda de biocombustibles y la inminente escasez de materias primas, si no se abordan, socavarán el potencial de los biocombustibles para contribuir a los esfuerzos mundiales de descarbonización.
Según Mielke, de Oil World, los mandatos sobre biocombustibles deben ser flexibles y dejar margen para ajustes temporales en caso de crisis de la oferta. Dada la importancia de esas políticas para todo el complejo de aceites y grasas, cualquier cambio debe ser moderado, ya que puede tener un impacto devastador, dijo.
El año pasado, la invasión de Ucrania por parte de Rusia perturbó el comercio mundial de aceite de girasol e impulsó la demanda de aceite de palma y soja, disparando los precios a máximos históricos. Aun así, la mayoría de los países no suavizaron sus políticas de biocombustibles, lo que provocó una destrucción de la demanda en algunos consumidores de aceites vegetales, principalmente de naciones en desarrollo.
“En períodos de escasez de suministro, el necesario racionamiento de la demanda no debe recaer únicamente sobre los consumidores de alimentos”, afirmó Mielke. “Esta es una lección que debemos aprender del año pasado”.